Ya llega la primavera y con el cambio de estación, la subida de las temperaturas. Ante esta situación es fundamental reducir el estrés térmico de los animales para asegurar la rentabilidad y la productividad de nuestra explotación ganadera.

¿Son delicados los cerdos?
Los cerdos son más sensibles a desarrollar síntomas de estrés térmico porque no son capaces de sudar y tienen unos pulmones relativamente pequeños en relación con su tamaño, lo cual dificulta la eliminación del exceso de calor por el jadeo. Además, poseen una gruesa capa de grasa subcutánea que les aísla eficazmente del frío, pero que no facilita la regulación térmica cuando suben las temperaturas. Por último, los avances genéticos encaminados a aumentar el crecimiento y la ganancia de magro, han conseguido que los cerdos actuales produzcan un 20 % más de calor interno. Hay que tener en cuenta que el estrés térmico no solo se desencadena cuando aumenta la temperatura ambiente, sino que también tiene un papel importante la humedad. Así, los cerdos pueden presentar estrés térmico a menores temperaturas si la humedad es alta.
Para suavizar los efectos del estrés térmico en la explotación ganadera puede utilizarse una amplia gama de recursos. Entre ellos, la utilización de materiales adecuados en la cubierta de los alojamientos, con un buen asilamiento. Es el caso del panel sándwich Agrotherm+® de Euronit, que ayuda en gran medida a mantener un ambiente adecuado en el interior de los alojamientos. Aunque siempre hay productores dispuestos a reducir los costes de construcción y utilizar materiales no apropiados para la producción porcina, no compensa el resultado final y el retorno de la inversión de un aislamiento adecuado.

Y las vacas ¿qué dicen?
Cuando el índice ITH, que mide la relación entre la temperatura y la humedad relativa, se sitúa por encima de 72 (por ejemplo, con una temperatura de 25 °C y una de humedad relativa del 50 %) se considera que la posibilidad de aparición de estrés térmico en las vacas lecheras es moderada. La Zona de Confort Térmico para el ganado en lactación oscila entre 0 y 20 °C. Las razas de aptitud cárnica son algo más resistentes al calor. Por su parte, el ser humano empieza a manifestar estrés térmico cuando el índice ITH supera un valor de 80, lo que nos viene a decir que el ganado vacuno es mucho más sensible al calor que nosotros.
En este caso, los animales con estrés térmico empiezan a reducir su ingestión de alimentos con el consiguiente riesgo de acidosis ruminal, además de la reducción de la producción de leche. Por ello, existen múltiples herramientas a nuestro alcance para prevenir este tipo de problemas. Lo más fácil y evidente suele partir de un buen diseño de la explotación ganadera con una correcta elección de los materiales de construcción a utilizar y un aislamiento adecuado.

Los pequeños rumiantes, campeones de resistencia y sin embargo sensibles
A pesar de que los estudios en la especie ovina y caprina son mucho menos numerosos que en las otras especies de interés ganadero que hemos nombrado, existe una opinión muy generalizada, sobre todo en el caso de explotaciones con razas autóctonas en régimen extensivo o semiextensivo, que tiende a minimizar el efecto de las altas temperaturas sobre el rendimiento de los animales. Sin embargo, son cada vez más numerosos los productores que tienen en cuenta estas cuestiones a la hora de construir sus explotaciones ganaderas. Aunque las ovejas y las cabras sean menos sensibles al estrés térmico, no quiere decir que no lo padezcan, existiendo una merma clara en las producciones, en especial en los cada vez más numerosos ganados de orientación lechera. En este caso también podremos optar por soluciones que incluyan una cubierta adecuada de las instalaciones.