España cuenta con una de las más variadas y mejores carteras de edificación del mundo. Más allá de las emblemáticas construcciones recientes que han llamado la atención de turistas, viandantes y estudiosos, su patrimonio arquitectónico multicentenario es una seña de identidad y testimonio histórico que queremos y debemos preservar.
La rehabilitación y conservación de las edificaciones y entornos históricos constituyen la principal fuente de riqueza cultural y patrimonial de la humanidad. En la Europa milenaria, los edificios históricos representan más de un 30 por ciento de un stock que es cada vez más objeto de atención por gobiernos e instituciones, que buscan la recuperación y sostenibilidad de estos activos de valor incalculable.
“La rehabilitación de inmuebles con valor patrimonial posibilita la utilización del patrimonio histórico como elemento de dinamización territorial, medioambiental, turística y económica”, explica el ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana en el marco de sus actuaciones para la rehabilitación arquitectónica.
Además del deterioro por el paso de los años, el desgaste de los materiales, la climatología o rehabilitaciones sin criterio, las construcciones históricas son a menudo una fuente de problemas en materia de sostenibilidad por su efecto contaminante y su ineficiencia energética.
Las rehabilitaciones han de realizarse utilizando las nuevas técnicas y materiales que, además de garantizar un perfecto aislamiento, contribuyan decisivamente a la durabilidad. Pero mantener la esencia arquitectónica es también un desafío de primer orden en estas actuaciones que en la mayoría de las ocasiones empiezan por la cubierta, principal elemento de su deterioro.
Las actuaciones en las cubiertas mediante la reparación o sustitución de la estructura son muchas veces el principio de un cambio que tiene que encontrar el equilibrio de devolver el estado estético original con técnicas y materiales compatibles con la propuesta ornamental con la que se crearon.
Las soluciones bajo teja de Euronit brindan una oportunidad única en este tipo de actuaciones por su capacidad de adaptación y propiedades únicas de aislamiento y confort y han sido utilizadas en estas cinco rehabilitaciones patrimoniales:
En la localidad palentina de Santa María de Mave, en la ruta de Besaya del Camino de Santiago del Norte, se ha rehabilitado ejemplarmente un monasterio reformado del siglo XII utilizando nuestras versátiles placas bajo teja Imperline que han permitido seguir posando las tejas cerámicas que le otorgan ese aspecto original.
En Santiago de Compostela, el edificio de San Caetano, sede administrativa de la Xunta de Galicia, ha encarado recientemente la mayor reforma de su historia con una transformación que ha incluido la instalación de Placa Granonda para sostener el techado.
No lejos de allí, se ha producido otra rehabilitación histórica, la Iglesia de San Fructuoso, un templo de estilo churrigueresco proyectado en el siglo XVIII y en el que destaca una grandiosa cúpula de media naranja. Los responsables de las obras utilizaron perfil bajo teja 230 con color rústica-arcilla.
El mismo material se utilizó para remodelar el tejado de la histórica Biblioteca de Castilla y León en Valladolid que pudo así conservar las tejas originales.
Muchas tejas también han podido sobrevivir en la rehabilitación de uno de los tesoros arquitectónicos de Ourense, el milenario Monasterio de Celanova, tal y como podemos ver en la primera imagen de esta publicación. La placa Granonda ha sido la base de la nueva configuración de la cubierta.
Todas ellas son magníficos ejemplos de cómo con soluciones bajo teja se pueden preservar cubiertas milenarias sin alterar su aspecto original y, aportando, al mismo tiempo, seguridad, durabilidad y eficiencia energética.
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